La transformación digital ha traído consigo enormes avances, pero también una serie de nuevos riesgos para las empresas, que deben adaptarse a un panorama de ciberamenazas cada vez más sofisticadas. Según los últimos datos del Informe sobre la Criminalidad en España 2023, los delitos vinculados a la cibercriminalidad alcanzaron en España los 472.125 incidentes, un incremento del 25,98% respecto al año anterior. De este total, un abrumador 90,5% corresponde a fraudes informáticos, seguidos por amenazas, coacciones, falsificación informática y otros delitos de acceso ilícito. La conclusión es clara: empresas e instituciones están siendo cada vez más vulnerables a las amenazas cibernéticas, muchas de las cuales utilizan tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial (IA) para suplantar identidades y burlar sistemas de seguridad.
El impacto económico del ciberfraude
Los daños derivados de los ciberfraudes no son solo tecnológicos, sino también económicos. En el contexto empresarial, las amenazas cibernéticas generan importantes pérdidas, tanto por los ataques directos como por los efectos secundarios de una violación de seguridad, tales como el daño reputacional. Según el Ponemon Cost of Insider Threats Global Report, entre 2020 y 2022, la frecuencia y el coste de las amenazas internas aumentaron considerablemente. En muchos casos, las filtraciones o ataques fueron ocasionados por empleados o contratistas descuidados, lo que evidencia la necesidad de contar con un enfoque integral de seguridad. Tal como señala Jorge González, director de Randstad Digital, “lo más preocupante no es solo la pérdida de datos, sino la desconfianza y el daño que esto genera a nivel de imagen”.
Las cifras no mienten: los fraudes tradicionales han quedado atrás, y los ataques cibernéticos se han globalizado, con métodos cada vez más complejos y difíciles de detectar. «Los fraudes informáticos han superado a los tradicionales. Los ciberdelincuentes ahora utilizan técnicas avanzadas, como el uso de bots y deep fakes, que son casi imposibles de diferenciar de interacciones reales», apunta González.
La inteligencia artificial y los nuevos riesgos
Una de las herramientas más poderosas utilizadas por los ciberdelincuentes es la inteligencia artificial, que permite a los atacantes sofisticar sus estrategias de suplantación de identidad. A través de técnicas de phishing automatizadas y el uso de bots avanzados que imitan el comportamiento humano, los estafadores pueden engañar fácilmente a los empleados para obtener información confidencial. Estos avances tecnológicos están haciendo que los métodos de fraude sean cada vez más difíciles de detectar, incluso para los sistemas de seguridad más avanzados. Los deep fakes, por ejemplo, pueden generar audios o vídeos falsos tan realistas que engañan a empleados y directivos, lo que facilita el robo de datos sensibles o el acceso no autorizado a sistemas.
La IA como aliada contra el ciberfraude
A pesar de ser utilizada por los ciberdelincuentes, la IA también se ha convertido en un arma valiosa en la lucha contra el ciberfraude. Las empresas pueden beneficiarse de herramientas basadas en inteligencia artificial que analizan grandes volúmenes de datos en tiempo real, detectando patrones de comportamiento sospechosos o actividades inusuales, como transacciones fuera de lo común. Estas soluciones pueden identificar fraudes antes de que se materialicen, mejorando la seguridad y adaptándose de manera continua a las nuevas tácticas de los estafadores. Las técnicas de aprendizaje automático permiten que los sistemas se vuelvan más inteligentes y prevengan futuros ataques.
Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente. Según González, “la formación continua y los protocolos claros ante cualquier duda son esenciales. La seguridad no solo es cuestión de herramientas, sino de las personas que las gestionan”. De esta manera, el factor humano sigue siendo crucial. Los empleados son, muchas veces, el primer cortafuegos en la defensa contra los ciberataques. Por ello, es fundamental que reciban formación periódica sobre las mejores prácticas en ciberseguridad y sobre cómo identificar posibles amenazas.
Medidas de protección: prevención y formación
Para protegerse frente al ciberfraude, las empresas deben adoptar una serie de medidas preventivas, como realizar diagnósticos de riesgos, mantener los sistemas actualizados y establecer políticas de control de acceso claras. También es crucial cifrar la información y asegurarse de que todas las aplicaciones utilizadas sean seguras y auditadas de acuerdo con los estándares nacionales de seguridad.
A la hora de crear una estrategia de ciberseguridad efectiva, contar con una visión integral es esencial. En este sentido, desde Randstad Digital se recomienda un enfoque global que no solo abarque la protección tecnológica, sino también la prevención humana. “Es importante formar al personal, tener procesos sencillos para reportar fraudes y contar con seguros de ciberseguridad, que se están volviendo una herramienta cada vez más necesaria”, apunta González.
Además de los avances tecnológicos, las empresas deben incorporar un enfoque preventivo y trabajar en conjunto con expertos en IT Managed Services para diseñar una arquitectura de datos segura, utilizando análisis de datos y algoritmos adaptados a las necesidades específicas de cada negocio.
El factor humano sigue siendo la clave de la ciberseguridad
A pesar de las herramientas tecnológicas avanzadas, el talento humano sigue siendo un componente esencial en la seguridad de las empresas. De hecho, muchas de las brechas de seguridad ocurren debido a errores humanos o la falta de conciencia. Por ello, las empresas deben seguir apostando por la formación y la creación de una cultura de seguridad interna.
Como destaca González, “los departamentos de IT han evolucionado, generando una cultura de seguridad en la empresa y promoviendo formaciones obligatorias. Esto ha reducido significativamente los riesgos, ya que los empleados ahora tienen más herramientas y están mejor preparados para enfrentar amenazas”.
En resumen, la ciberseguridad es un desafío que las empresas no pueden afrontar de manera aislada. Es necesario contar con una estrategia integral que combine tecnología avanzada, formación continua y protocolos claros, además de un enfoque preventivo. En un mundo cada vez más interconectado, donde las amenazas cibernéticas son cada vez más complejas, estar preparados es más importante que nunca.
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