Las intensas lluvias y tormentas que provocó la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) han dejado una devastación sin precedentes en varias regiones de España, especialmente en la Comunidad Valenciana. En las calles se acumulan escombros, agua estancada, y una gruesa capa de barro que cubre la vía pública. Esta situación no solo representa un reto logístico y material para los afectados, sino que también plantea riesgos graves para la salud pública. El fango dejado por las inundaciones, combinado con la alta humedad y las aguas contaminadas, crea un caldo de cultivo perfecto para la proliferación de bacterias, hongos y otros patógenos, aumentando el riesgo de infecciones y enfermedades respiratorias. A continuación, analizamos los riesgos sanitarios derivados de este escenario, los efectos a largo plazo sobre la salud respiratoria, y las medidas preventivas que se deben tomar para evitar complicaciones.
El Fango y las Aguas Contaminadas: Un Caldo de Cultivo para Infecciones
Tras la DANA, la mezcla de barro, aguas residuales y escombros genera condiciones ideales para la proliferación de microorganismos patógenos. La mayoría de las infecciones asociadas a las inundaciones son de tipo bacteriano, viral o micótico, y su prevención debe ser una prioridad para las autoridades sanitarias.
Infecciones gastrointestinales
Las aguas contaminadas, particularmente aquellas que contienen heces humanas o animales, son una de las principales fuentes de infecciones gastrointestinales. Bacterias como Escherichia coli, Salmonella y Shigella pueden estar presentes en el agua estancada y en el barro. El contacto accidental con estos patógenos, a través de la ingestión de agua contaminada o el contacto con superficies infectadas, puede causar gastroenteritis, diarrea severa e intoxicaciones alimentarias. Además, la mala calidad del agua y el mal manejo de los residuos pueden contribuir a la proliferación de estos agentes patógenos.
Infecciones respiratorias
Uno de los mayores riesgos derivados de las inundaciones es el daño que puede causar a la salud respiratoria. El barro y la humedad, al igual que el polvo que se genera cuando el barro se seca, favorecen la proliferación de hongos y esporas en el aire. La exposición a estos microorganismos puede causar problemas respiratorios, como tos seca, dificultad para respirar, y congestión, lo que resulta especialmente peligroso para personas con afecciones respiratorias preexistentes, como el asma, la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) o la fibrosis pulmonar.
El Dr. Óscar Zurriaga, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, explicó que en zonas con alta humedad, como las afectadas por la DANA, se desarrollan hongos como el Aspergillus, que pueden provocar infecciones pulmonares, especialmente en personas vulnerables. “Aunque estos hongos no son contagiosos entre personas, la exposición prolongada a sus esporas puede empeorar las condiciones respiratorias”, subraya Zurriaga.
Infecciones dérmicas
El fango dejado por la inundación no solo representa un riesgo para el aparato respiratorio, sino también para la piel. Las personas que tienen heridas abiertas y que entran en contacto con el barro pueden desarrollar infecciones dérmicas. Enfermedades como la celulitis o el impétigo, que son provocadas por bacterias como Streptococcus o Staphylococcus, son comunes en estos escenarios. Las lesiones no tratadas adecuadamente pueden empeorar rápidamente y convertirse en infecciones graves si no se toman las medidas de higiene adecuadas.
Leptospirosis
Otro de los riesgos que pueden surgir en situaciones de inundación es la leptospirosis, una infección bacteriana transmitida por la orina de roedores infectados. Aunque no es frecuente en áreas urbanas, las inundaciones pueden facilitar su transmisión debido al contacto con el fango contaminado. Los síntomas incluyen fiebre, dolor muscular, y malestar general, y si no se trata adecuadamente, puede afectar el hígado, los riñones y el sistema respiratorio.
Riesgos Respiratorios: Preocupaciones por el Polvo y la Humedad
A medida que las aguas comienzan a retroceder y el fango se seca, se genera un nuevo riesgo: el polvo. Las partículas suspendidas en el aire, compuestas por restos orgánicos, barro seco y posibles agentes patógenos, pueden exacerbar problemas respiratorios. La doctora Cruz González, presidenta de la Sociedad Valenciana de Neumología, advierte que “cuando el lodo de la DANA se seque, creará una nube de partículas en suspensión que puede agravar problemas respiratorios, especialmente en personas vulnerables como los pacientes con EPOC o asma”.
Este polvo, que puede permanecer en el aire durante semanas o incluso meses, representa un riesgo grave para las personas con enfermedades respiratorias preexistentes. Para quienes dependen de respiradores o tienen sistemas respiratorios comprometidos, la exposición a estos contaminantes puede generar dificultades graves para respirar y desencadenar ataques de asma o crisis respiratorias.
Medidas Preventivas para Proteger la Salud
Ante los riesgos sanitarios derivados de las inundaciones, las autoridades y los expertos en salud pública han emitido una serie de recomendaciones que la población debe seguir para reducir la exposición a los patógenos y evitar complicaciones.
Uso de mascarillas FFP2
El uso de mascarillas FFP2 es fundamental en las zonas afectadas por la DANA. La doctora Cruz González destaca que las mascarillas son una barrera eficaz para prevenir la inhalación de polvo y esporas presentes en el aire. Este tipo de mascarillas, al ser más ajustadas y filtrantes, proporcionan una protección superior en comparación con las mascarillas quirúrgicas comunes. Además, las autoridades recomiendan el uso de mascarillas en zonas periféricas afectadas por el viento, ya que el polvo puede desplazarse a distancias considerables.
Higiene y desinfección
Las medidas de higiene y desinfección son cruciales para evitar infecciones bacterianas y virales. Se recomienda lavar las manos con frecuencia, desinfectar las superficies y ventilar adecuadamente las viviendas afectadas por el barro. Es especialmente importante evitar el contacto directo con el agua estancada y el fango, que contienen bacterias y otros agentes patógenos. Las personas que realicen labores de limpieza deben utilizar guantes impermeables y ropa protectora.
Protección de heridas
Para evitar infecciones dérmicas, es fundamental proteger cualquier herida abierta. Si se está en contacto con el barro o el agua contaminada, se deben cubrir las heridas con vendajes impermeables y realizar una limpieza exhaustiva con productos adecuados para evitar que las bacterias penetren en el organismo. Las personas que tengan heridas abiertas deben evitar realizar tareas de limpieza y mantenerse alejadas de zonas de riesgo.
Vigilancia y atención médica
Si se presentan síntomas de infecciones respiratorias o gastrointestinales, como tos persistente, fiebre, diarrea o vómitos, se debe acudir a un centro médico lo antes posible. Las personas con enfermedades respiratorias preexistentes deben seguir rigurosamente sus tratamientos y consultar a su médico si experimentan un empeoramiento de sus síntomas.
Control de plagas
Las aguas estancadas también favorecen la proliferación de mosquitos, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue o el virus del Zika. Es fundamental que las autoridades locales implementen medidas para eliminar los focos de agua estancada y reducir la población de mosquitos.
Las inundaciones provocadas por la DANA han dejado un escenario sanitario complejo, con riesgos inmediatos y a largo plazo para la salud pública. Las condiciones de humedad extrema y la presencia de fango, aguas contaminadas y residuos orgánicos crean un ambiente ideal para la proliferación de infecciones bacterianas, respiratorias y dérmicas. Sin embargo, con medidas preventivas adecuadas y una vigilancia constante, los riesgos pueden mitigarse.
La cooperación entre las autoridades sanitarias, los profesionales de la salud y la comunidad es esencial para superar este reto y evitar que las inundaciones se conviertan en una crisis sanitaria prolongada. La prevención, el uso de mascarillas, la higiene adecuada y la protección de las vías respiratorias son claves para garantizar que la salud pública no se vea más afectada por los efectos de la DANA.
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